From Rusholme with Love (Serendipity Mix)

Con el título Serendipity --mi palabra inglesa favorita--, una cinta de 2001 estelarizada por John Cusack y Kate Beckinsale intentaba una nueva vuelta de tuerca en el género de la comedia romántica, El amor en los tiempos del cólera como elemento fantástico clave y la fotogénica New York otra vez como idílico telón de fondo ideal. Y en el soundtrack una melodía memorable que, aunque ya había sido utilizada para cine y televisión, en esta flamante versión incluía el protagonismo de un saxofón soprano hechizante y obsesivo. Lars Hammond, un Kenny G en plena fase transcendentalista, pierde a la chica por regalarnos este tema original del grupo electrónico Mint Royale en su presentación definitiva: "Mystic Surrender".

   

Maestro centenario

El cine sin Nino Rota no es cine.

La môme (2007)

Marion Cotillard en su aclamadísima interpretación de la más importante figura de la música popular francesa del siglo XX es ciertamente lo mejor del filme de Olivier Dahan, que más que un biopic es un tour por los recuerdos de una existencia trágica y gloriosa. Pero, al menos si queremos ser inclusivos, es justo destacar también la cámara sensible, casi lynchiana, de Tetsuo Nagata, y el score original reflexivo, atento a la anticipación y la resignación hagiográficas, compuesto por Christopher Gunning. Vive la Môme Piaf!

The Other Boleyn Girl (2008)

La música en esta adaptación de la novela histórica de Philippa Gregory es elegante y contenida. El filme en sí es un competente melodrama --aunque la dimensión emotiva de tamaña tragedia por momentos se siente un poco demasiado soap opera, un poco deslavazada; aunque tal vez ése sea el punto. La saga de ambición extrema que involucra a las adolescentes hermanas Boleyn con Henry Tudor (unas más que solventes Natalie Portman y Scarlett Johansson como la calculadora Anne y la leal Mary, respectivamente, y Eric Bana como el inestable y lascivo monarca inglés) cambió, en su versión "real", el destino del mundo.

The Duellists (Howard Blake)

Memorable, casi-sublime score de un filme tal vez demasiado superficial y definitivamente falto en su aspecto meramente visual de una profundidad equivalente.  

Marie Antoinette (2006)

Esta pieza de Antonio Vivaldi acompañaba asimismo el despertar diario, matutino de Roy Scheider en All That Jazz (1979). Inmersa en la anacrónica banda sonora de la lujosa película de Sofia Coppola, provee de un leitmotif irónicamente cinefílico a otro destino universal.

Chick Habit

Compuesta por el incomparable Serge Gainsbourg --con el título "Laisse tomber les filles"-- para su entonces musa, la reina del teen pop francés France Gall, en 1964, y utilizada a la perfección por el idiosincrático Quentin Tarantino como pista musical sobre el (mortal) remate de su oda al girl power y el cine de acción con stuntmen y persecuciones automovilísticas que no por vocacionalmente violentas o de serie B (o Z) están lejos de una cierta mística muy de los 70s, ejemplificada en Vanishing Point, su referente principal. Canta April March.

Candyman (1992)

Sorprendente parábola acerca del aislamiento innatural de los seres humanos a causa del racismo y la pobreza, Candyman refiere una leyenda urbana de colores surrealistas también aprovechados aquel mismo año por Francis Coppola en su audaz Bram Stoker's Dracula --estrenada un mes después. Además de una digna interpretación por parte de Virginia Madsen, sobre todo el inestimable aporte de Philip Glass eleva el nivel de un producto de género aún visible.

Quella villa accanto al cimitero

Esta melodía triste y solitaria compuesta por Walter Rizzati como tema musical obsesivo para el clásico de Lucio Fulci de 1981, cuya versión en inglés es la única accesible por estos lares, constata que algunas de las películas de terror más crudas ostentan los scores más sofisticados.

Un tema de giallo: Furore

Allá por febrero de 1963 aparecía la primera muestra auténtica de thriller a la italiana, una película a blanco y negro titulada La ragazza che sapeva troppo, dirigida por el maestro Mario Bava inmediatamente antes de su inmersión total en el color a través de la excelente I tre volti della paura (del mismo año). El popular Adriano Celentano se encuentra como pez en el agua --o avión de TWA en el aire romano-- en la banda sonora de una pieza mórbida que hace gala de nunca tomarse en serio.

El rostro impenetrable (1961)

El más grande actor de la historia en la única película que dirigió. Exuberancia en el tratamiento de las imágenes a la vez que en el de los temas, el principal de los cuales --la dualidad inherente a toda naturaleza humana-- trasciende el amplísimo marco del género Western y se instala en el panteón de las más geniales discusiones filosófico-morales jamás realizadas desde que el cine es cine. Obra maestra que, por suerte, no pudo hacer Kubrick (terminó peleado con Brando, gestor original del proyecto), quien a pesar de su inmenso talento habría dirigido una épica apasionante pero menos apasionada, menos gloriosamente imperfecta que la que ahora comentamos. Música de Hugo Friedhofer, impagable fotografía de Charles Lang --que las insultantes ediciones en video no permiten apreciar en su justa medida--, e interpretaciones memorables de la inolvidable Pina Pellicer, un villanísimo Ben Johnson y, especialmente, Karl Malden en un rol digno de Shakespeare.

Taxi Driver (1976)

Así como Travis Bickle (Robert De Niro) intenta verbalizar su angustia existencial una sola vez en la cinta --de forma fallida, por supuesto--, excepcionalmente se abre paso este verdadero himno de la soledad en el silencio de su habitación llena de gritos homicidas.

Expreso de medianoche (1978)

Pista que constituye el corazón de una banda musical ganadora del Academy Award, gracias al patetismo electrónico que posteriormente nos regalaría la igualmente memorable "Gina's and Elvira's Theme" de Scarface.